Para sorprender a los clientes y, sobretodo, a los clientes exigentes, hay que agudizar más el ingenio, pensar en esas cosas diferentes que no hemos hecho nunca y que, aunque a veces puedan parecer habituales para unos, para otros resultan una actividad original.
Estoy pensando en la visita que se puede hacer a las salas de trabajo y conservación del Museo Guggenheim (lo vi por la tele aunque he buscado información y no lo encuentro...), la posibilidad que hay de acompañar a un cuidador de delfines y leones marinos durante un día conociendo su labor diaria en el Oceanográfico de Valencia (él debe alucinar viendo cómo la gente paga para ver lo que él hace como trabajo).
Pero contaba todo esto pensando, sobretodo, en la cena que organizó Rolls-Royce para sus 100 mejores clientes, clientes que (supongo) están hartos de ir a los mejores restaurantes y a fiestas palaciegas, entonces..
¿Cómo les sorprendemos?, pues organizando una cena donde no han estado nunca, pero que tiene una gran vinculación con el producto y la marca Rolls-Royce...
Cenar en la cadena de montaje; Dine on the Line, en la mismísima fábrica de Rolls-Royce en Goodwood (Inglaterra), por supuesto, organizada cuidando hasta el más mínimo detalle; los invitados llegaban en Roll-Royce Phantom o en helicóptero, el largo de la mesa estaba iluminado con lámparas de araña y decorada con detalles de los años 30´.
De paso, aprovecharon la ocasión para presentar el nuevo modelo de Phantom, el Phantom Series II, como no tengo mucha idea de coches os dejo con el vídeo.
No sé a vosotros, pero a mí me hubiera encantado acudir y más vestida de gala...
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